Foto obsequio de Herberto Morillo
Gran admirador de Maye
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Aportación del Dr. Edgar Fernández Benshimol
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Registros de Matrimonio, defunciones y bautismo de la Iglesia de St. Nicolai en Hamburgo-Alemania
Lineaje: EILESDORF - HAMBURGO - VENEZUELA
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Aportación del Ing. Jose A. Villalobos Finol
Maracaibo-Venezuela
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Intercambio de correspondencia entre Don Carlos Brandt y el Dr. Humberto Fernandez-Moran cuando este último se encontraba en Estocolmo terminando su primer doctorado, a finales de 1949.
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Casa de Federico Brandt y Raquel Capriles de Brandt
(Cortesía de: Srta.Nerwill Brandt Montenegro)
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Aportación de Raúl A. Sanz Brandt
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Querida familia Brandt:
Acabo de leer un trabajo sobre Carlos Brandt, nieto de Johann Friedrich Brandt Eggers, escrito por Mirla Alcibíades. Uno de sus capítulos lo dedica a nuestro “Tataraabuelo y más atrás”, el viejo Juan Federico Brandt, como se le conoció en estas tierras. Una semblanza muy interesante de un alemán llegado a Venezuela en pleno proceso de la independencia, y con una fortuna importante , quién se asentó en nuestro país, formó una gran familia e invirtió sus recursos e intelecto por nuestro país, y nos dejó un legado importante de honestidad, rectitud y amor por este país.
Les recomiendo se tomen un momento en leer esta transcripción que hice y espero que la disfruten tanto como yo.
Un gran abrazo y pásen este texto a sus respectivas familias, pues creo que tenemos que saber de nuesto pasado para proyectar nuestro futuro.
Raúl A. Sanz Brandt
Acabo de leer un trabajo sobre Carlos Brandt, nieto de Johann Friedrich Brandt Eggers, escrito por Mirla Alcibíades. Uno de sus capítulos lo dedica a nuestro “Tataraabuelo y más atrás”, el viejo Juan Federico Brandt, como se le conoció en estas tierras. Una semblanza muy interesante de un alemán llegado a Venezuela en pleno proceso de la independencia, y con una fortuna importante , quién se asentó en nuestro país, formó una gran familia e invirtió sus recursos e intelecto por nuestro país, y nos dejó un legado importante de honestidad, rectitud y amor por este país.
Les recomiendo se tomen un momento en leer esta transcripción que hice y espero que la disfruten tanto como yo.
Un gran abrazo y pásen este texto a sus respectivas familias, pues creo que tenemos que saber de nuesto pasado para proyectar nuestro futuro.
Raúl A. Sanz Brandt
Tomado de la Biblioteca Biográfica
Venezolana
Volumen113 El Nacional y Bancaribe, pág.
46
Por Mirla Alcibíades, en su trabajo de
investigación sobre Carlos Brandt
Johann Fiedrich Brandt Eggers (1792-1822)
Llegó
a Venezuela a principios del siglo XIX. Fijó residencia temprana en Maracaibo.
En la ciudad del lago contrajo matrimonio el 6 de marzo de 1826 con una
marabina de ascendencia coriana, doña Dolores Caramelo Ferrer. De esa unión
nacieron 17 hijos.
Otros
autores han indicado que llegó con un capital de 100.000 fuertes. Se agrega, además, que en compañía
del General José Rafael Urdaneta fundó en Maracaibo el primer banco que llegó a
tener nuestro país.
Pero es un hecho que con la empresa
bancaria no obtuvo los logros que sí llegó a consolidar con su actividad
comercial.
Pero, el comercio, a su vez, no le
impidió que, con el paso del tiempo, se diera a escribir y, más aún, a publicar
varias obras de tema económico.
Se dice que esas obras de reflexión
fueron de utilidad para organizar en su momento tanto las aduanas venezolanas
como las mexicanas.
Tampoco se interpuso la actividad
comercial entre él y la relación frecuente que tuvo con la música, la filosofía
y la pintura. La música le produjo doble satisfacción pues así como sabía
disfrutarla como atento escucha supo igualmente ejecutarla al piano.
Problemas
legales
Es un hecho que el empeño bancario no
fructificó, como quedó apuntado. Sí puedo sostener que lo contrario sucedió con
la empresa comercial (en la acepción que a la palabra “empresa” puede
otorgársele en esos años de precariedad económica en el país) y que ese éxito
fue motivo de calamidades para él.
De lo acontecido podemos obtener noticias
sólo con leer un folleto de 58 páginas que publicó el afectado en 1830. En esas
páginas Federico Brandt (como se le llamó en Venezuela), deja testimonio del
juicio por contrabando que le siguió a partir de las acusaciones que le
formularon los generales José María Carreño, Jacinto Lara y Justo Briceño, el
coronel Nicolás Joly y el agente de crédito
público Lucas Baralt.
En la documentación relativa a sus
actividades económicas y que don Federico transcribe en su folleto, queda claro
que para el 1 de mayo de 1825
desarrollaba actividad comercial en la mencionada población (p. 11).
“
Yo he sido vejado en mi estimación, atropellado en mi persona, despojado de
todos mis intereses, reducido a 67 días de carcel, de los cuales he estado
incomunicado cincuenta y cinco; habiendo además pasado por todas las crueldades
de una atroz persecución, hasta ser arrancado del seno de mi familia y del
lugar de mi residencia, valiéndose de una negra intriga para caracterizarme de
conspirador”
La sentencia lo expulsa de Maracaibo a
Cartagena, “me remitieron a Cartagena
como revoltoso-dice-, suponiéndome enemigo del Libertador, y con recomendación
privada de que me pasasen por las armas a las 24 horas de mi llegada a aquella
plaza”… “todos aquellos que habían gestionado en mi defensa, amigos, defesores,
agentes y hasta escribano que había actuado en las informaciones, han sido
perseguidos, expulsados y multados” (p. 39-40).
El
juicio que finalmente lo absolvió del presidio dejó sentado que
Excesos
inauditos de todo género se han cometido por los diversos generales que han
ejercido la intendencia del Zulia y conocido la causa, y por los que han
llevado en ella la voz fiscal : derivados todos de la alevosa preditoria
maquinación de arrebatar la fortuna de Brandt y estagnar las reclamaciones que
deducía de intereses correspondientes a su casa comercial (p.52)
Suponemos –al leer la documentación- que
la dura experiencia vivida en la región occidental del pais lo haya compulsado
a cambiar de residencia y mudarse a Caracas. Sin embargo, hasta allá lo
siguieron las secuelas del juicio viciado en su contra, cuando uno de sus
exsocios en el Zulia , Manuel Aranguren, quiso invalidar la sentencia de la
Corte fechada el 19 de abril de 1828 pues no llo favorecía. El juicio fue largo.
Duró más de 20 años desde que se inció en 1825.
Por tal razón, y para dejar registro de lo
acaecido, Federico Brandt publica en 1845 dos folletos más sobre esta causa:
uno que tituló S.E. la Corte Suprema de Justicia juzgada por ella misma y, el
más extenso, Muy honorable cámara de representantes. En este último impreso, de
28 páginas, deja saber que en la sociedad mercantil que estableció en Maracaibo
llegó a participar porque era él quien contaba con el capital. Consigna al
respecto:
Tres
individuos, los Sres. Gral. Rafael Urdaneta, coronel Nicolás Joly y Manuel
Aranguren, se me presentaron en Maracaibo, y me manifestaron con un contrato de
soceidad mercantil, que pusieron en mis manos (…) ser los tres socios que
formaban la casa de comercio que giraba en Maracaibo bajo la firma de Manuel
Aranguren (p.2)
¿Porqué acudieron a un extranjero llegado
al país hacía poco?, podemos preguntarnos. El relator tiene una respuesta:
porque necesitaban “aquel establecimiento
de mi industria y del capital que yo poseía” (idem). ¿Cuándo surgió el
problema? Cuando advierte en 1826 que “los
tres socios Urdaneta, Joly y Aranguren ilegalmente se apoderaron y extrajeron de la casa sumas mayores que sus
capitales aportados a la sociedad” (p.3). En el juicio alega dificultades
para su defensa ya por desconocer la legislación del país, ya por el poco
dominio de la lengua: “Protesté mi
ignorancia en de los trámites judiciales, y aun del idioma castellano”
(p.7).
Dice mucho más en esa Muy honorable cámara de representantes
pues vuelve a relatar, esta vez con más detalles, los padecimientos padecidos
en Maracaibo y su deportación a Cartagena. Salvó su vida el estallido de “la revolución de 1830; con este suceso
cambiaron los magistrados confabulados, y salvé milagrosamente la vida” (p.8).
Sin embargo, los quebrantos a su
tranquilidad no cesaron por cuanto hasta la fecha que trato había tenido que
ingeniar los medios para enfrentar “los
diversos procesos que durante 16 años me ha forjado la insaciable venganza de
mis contrarios para invalidad con mi muerte el mandato de la Corte Superior de
19 de bril de 1828” (p.8-9).
Los procesos judiciales a los que se
refiere fueron incoados en su contra los años 1830, 1832, (tanto en Caracas
como en Maracaibo), 1836, 1842 (en Maracaibo). Estamos hablando de una
contienda judicial que no esperaba cuando, el 13 de noviembre de 1844, los mismos
jueces que habían sentenciaron a su favor en 1828, declaran inválida esa
decisión.
Para el venezolano-alemán fue terrible lo
que sucedía, pues no podía imaginar “que
hubiesen tribunales capaces de hollar la misma cosa juzgada” (p. 11-12).
Al conocer la nueva sentencia hace una
reflexión que convalida lo que habíamos supuesto en un principio:
“Se
pretende precipitar en la mayor confusión todos mis asuntos, arrancándome de nuevo del seno de mi familia
y de mi domicilio actual, tanto más sagrado cuanto que no es el que elegí por
mi voluntad, sino que tuve que adoptar hace quince años cuando el furor de mis
mismos contrarios en este pleito me arrojó a esta provincia arrojándome de mis
hogares en Maracaibo” (p.12).
¿Qué decisión tomo en 1844 el afectado? La
única salida que le quedaba : acusar
ante la cámara de representantes a los señores ministros de la Corte
Suprema : Diego Bautista Urbaneja, Juan Martínez, José Duarte y José Santiago
Rodríguez.
No me detuve mas tiempo a indagar sobre
este caso en otro tipo de documentación, pero existen elementos que me llevan a
suponer que hubo un fallo de la cámara a su favor. Lo creo así porque en 1850
está en libertad y dando publicidad a otro folleto, esta vez de 47 páginas, en
el que se encarga del estado de la hacienda pública en Venezuela. El folleto se
imprime en la ciudad capital.
Tampoco voy a tomar en cuanta los
aspectos referidos en la materia que trata, en cambio quiero traer a cuento dos
comentarios que hace el autor: uno, el que se refiere a su condición de
extranjero cuando señala que “el que
suscribe no ha nacido en el territorio de la República; pero se honra en ser
ciudadano de ella” (p.3) y , el otro –la razón que lo mueve a escribir el
material que cito es que la superación del problema- “su solución envolverá su suerte (la de F. Brandt) y la de su familia
en su mismo destino que a los demás venezolanos” (idem). Debe decirse que
está hablando un venezolano del futuro
de su país, que repite la profundidad del concepto expresado al agregar que “nuestro esfuerzo al menos revela el interés
por la patria de nuestros hijos” (p. 4).
Varios años más tarde dirá que ese
trabajo de 1850 “lo ejecuté (…) en los Estados
Unidos del Norte, en donde hallé en los consulados de Francia los datos
oficiales necesarios para mis demostraciones, datos que no existen en los
archivos de nuestro gobierno “ (1865:3). Muy probablemente la indagación la
realizó mientras cumplía funciones derivadas de su actividad comercial.
En 1863 vuelve a figurar en la escena
pública cuando el jefe de estado lo distingue al llamarlo “a un puesto de contabilidad en la hacienda Nacional” (p. 14). La
confidencia la expone en otro folleto que publica el año indicado y que titula
A la Asamblea Constituyente de 1863. Es un lúcido material que le permite
analizar la estadística nacional, las finanzas y la hacienda públicas, el
funcionamiento de las aduanas e, incluso, lo deja bien parado cuando incursiona
–con dominio en esas áreas- en la situación de otras repúblicas del continente.
Venzo la tentación de referirme con mayor
extensión a este aporte.
Sin embargo, de no puedo dejar de
mencionar una de las causas que, en su
opinión, incide en el mal funcionamiento de la aduana de la Guaira. Voy a
transcribir el juicio de Brandt y los lectores dirán si no le resultan
familiares en el presente lo que expresa en esos rápidos y bien escritos
renglones, de 1863:
Los
comerciantes de Caracas sufren constantemente serios perjuicios por la
detención (…) de los bultos que constituyen los cargamentos que importan del
extranjero. (…) El largo tiempo que las más veces permanecen los efectos
encerrados en los húmedos y calurosos almacenes de la aduana de la Guaira,
causa la inevitable pérdida de todos aquellos artículos que están sujetos a
corrupción, a mas de impedir la festinada venta que requiere la importación de
los efectos alterables en el tiempo (p.20)
En todo caso, también me interesa
demostrar la actitud vital de un hombre que supo hacer suya la patria elegida
como destino final y que, sobre todo, no temió dar su opinión y comprometerse
con lo que pensaba. Varias décadas más tarde, ese compromiso con sus ideas
caracterizará el que hacer intelectual del descendiente que ocupa mi reflexión
en esta oportunidad: Carlos Brandt.
Un
abuelo músico
El viejo Brandt muere en 1882, de manera
que el nieto Carlos lo conoció. También tuvo contacto directo con la abuela, de
quién dejó una remembranza años más tarde: “Si
iba de visita a casa de mi abuela paterna, una maracaibera entusiasta liberal
(…)” (1953: 10). En esos tiempo de recuerdos, a la edad de 11 años, vivía
en Puerto Cabello.
Del abuelo Federico, dejará el nieto una
estampa que, a su vez, es de utilidad para bosquejar convenientemente el
ambiente intelectual en el que se crió. La memoria la consigna en la segunda
edición del cautivante libro que escribe sobre Beethoven. Allí precisa, al
ofrecer su examen sobre el allegreto de
la Séptima Sinfoní, esto que copio.
Respecto
a ese allegreto, me trae al recuerdo un caso personal, pero que no deja de ser
digno de mencionar aquí, pues explica que Beethoven tuvo en América un
contemporáneo que lo admiraba. Me refiero a mi abuelo Juan Federico Brandt,
contemporáneo de Beethoven y quién tenía verdadera pasión por ese allegreto.
Cada vez que mi abuelo citado, cuando vivía en Caracas, iba de visita a la casa
de su hija la pianista Amalia Brandt, tía del que esto escribe, le suplicaba le
tocara al piano dicho movimiento. Si la hija por alguna razón se excusaba, el
padre le contestaba: “Pues no me iré de aquí hasta que no me lo toques”. Mi
citado abuel nació en Hamburgo el 16 de junio de 1790 (con lo que se desajusta
la fecha que proporciona Márquez C.). Así tenemos que fue él uno de los pocos
(si no el único) contemporáneo y admirador que en aquel tiempo tenía Beethoven
en Hispanoamérica (1954: 270).
Ese trato con la música, con la filosofía
y, en general, con disciplinas académicas fue común en la descendencia
inmediata del abuelo Brandt. De ese origen, del tronco común, vale decir, de
Don Juan Federico, se desprendieron hombres y mujeres notables en el país:
pintores, escritores, músicos (instrumentistas y compositores). De obligatoria
mención en ese sentido son los nombres del pintor Federico Brandt y del hermano
Carlos Luis, Augusto, que llegó a ser prestigioso violinista, pianista,
compositor y director de orquesta.
Vemos, sobre todo, que la música tuvo
lugar de privilegio en la cotidianidad de toda la familia Brandt. Eso fue parte
del ambiente intelectual que el que se fue moldeando la personalidad estética
de nuestro biografiado. En ese ambiente, fue decisivo el peso determinate que
tuvo el gusto y la formación musical del abuelo venido de Hamburgo y hecho
venezolano por decisión indubitable.
Federico Brandt
Carlos
Brandt
Augusto
Brandt
Amalia
Brandt
Apreciada familia Brandt, mi interes en este blog proviene de la lectura del libro de Carlos Brandt "El Problema Vital" fotocopiado de la biblioteca nacional de Caracas con el que me he sentido muy identificado y me gustaría estar en contacto con cualquier iniciativa que se refiera a su divulgación estudio y aplicación. Gracias.
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